Cariño, cuidado y perfección podrían describirlo. Querer siempre ofrecer lo mejor que la tierra puede darnos. Mimarlo hasta alcanzar las cualidades necesarias.
Es sin duda éste un mundo de sensaciones. Olor, sabor y color.
En Otazu se puede ver todo esto. Es un buen lugar para empezar a emocionarnos con el mundo de la enología, que sin duda los jóvenes aun lo miran desde la lejanía.
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